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Islandia 2.0 - Seven days in Paradise Hof (2)

Después de la desilusión por no poder "afotar" la noche anterior, nos levantamos entusiasmados para uno de los momentos cumbres del viaje: la playa JOKULSARLON. Dos años y medio imaginando volver a pisar esa arena negra y volverme a quedar embobado viendo los hielos azules danzar sobre ella. ¿El resto del día? Pues improvisación, que esto es Islandia.




14 de marzo de 2017

06:00 AM. El sonido del despertador, por una vez, me sonó a música celestial. Con todo el tiempo que tuvimos la noche anterior al no poder salir de caza fotográfica, hizo que tuvieramos tod más que preparado. Así que, en poco más de 15 minutos estábamos los cuatro preparados para "darlo todo".

Amanecía en torno a las 7:30 y, desde el hotel hasta la playa de Jokul, teníamos apenas 20 minutos. Así que íbamos más que sobrados de tiempo.


06:40 AM. La playa de Jokulsarlon, tiene dos partes claramente diferenciadas. En primer lugar, decir que es imposible dar con ella. Está a pie de carretera, la Ring Road justo cuando atraviesas una especie de puente colgante de apenas 150 metros de largo y por el que sólo puede circular un vehículo en cualquiera de los dos sentidos. El acceso a la playa se puede realizar por dos caminos (por el que pueden ir perfectamente los coches) y que está justo a la entrada y a la salida del puente, como a 10 metros de este.


Como os decía, tiene dos partes ya que el río por el que los van hielos del glaciar va directamente a la playa. Esto hace que, se formen dos playas, una a la izquierda del río y otra a la derecha, según miras al mar. Decidimos quedarnos en la zona de la derecha. Es donde tanto había disfrutado hacía dos años y medio y quería "asegurar" el poder volver a hacerlo.

No había nadie en esta zona. No así en el otro lado. Esto me mosqueó un poco. ¿Y si realmente es mejor la otra zona? Bueno, ya iremos viendo y si no, nos movemos.


Casi a la carrera salimos del coche. Pillamos los trastos y a la orilla. ¡¡Ops!! Primer chasco. O está alta la marea, o hay pocos hielos. En la propia orilla no había casi hielos. Los que había estaban treinta o cuarenta metros dentro del agua. ¿Y ahora qué hacemos? Que en un sitio al que van tantos fotógrafos vayas y veas que donde tú te has puesto no hay nadie y en otro sitio hay mucha gente, casi casi al cien por cien que el que ha metido la pezuña eres tú mismo. Jodido por la rabia, decidimos intentar hacer algo decente con lo que teníamos allí. El cielo estaba estupendo. Comenzaba a clarear y, aunque había bastantes nubes altas, en el horizonte había bastantes espacios despejados, sobre todo por donde habíamos calculado que saldría el sol. Ese aspecto, pintaba bien.


07:30 AM. ¡Venga, rápido. Vamos al otro lado! Sin guardar las cámaras ni los trípodes, al coche, cruazmos el puente y "desembarcamos". Eso lo habían hecho unas doscientas personas antes que nosostros. Pero, ¡¡leches, donde están los hielos!! Había alguno más que en el otro lado pero nada que hiciera pensar que, efectivamente, nos hubieramos equivocado de sitio. Estaba exactamente como en el otro lado. ¿Y qué leches hacemos? ¡¡No vamos a volver de nuevo allí!! Mientras tanto, chino tras chino se iba colocando delante de donde ponías la cámara. Basta que fijaras tu atención en un hielico, que venían cuatro o cinco chinos a ver por qué lo hacías. No contentos con eso, se te metían en el encuadre.

Mi estado de exaltación iba in cresciendo. Como vulgarmente se dice "se me estaba poniendo una mala hostia de cojones" (perdón por la expresión). Íbamos los cuatro como almas en pena de un lado a otro. En estas que me acerco a uno de los extremos de la playa, el más pegado al río que viene del glaciar. Me había llamado la atención un hielo bastante grande que había en esta parte. Os prometo que me iba acercando como si nada, disimulando mi entusiasmo, como si lo hiciera con desgana, incluso. Al llegar descubro el por qué de la ausencia de los hielos. La marea, que yo pensé que estaba equivocado con las previsiones y que realmente estaba alta, estaba baja. Al haber bajado el nivel del agua, todos los hielos que habían tenido que salir desde el río, estaban atrapados en este. La marea estaba creciendo y estaba empezando a "levantar" los hielos. De repente (Dios es justo y le debí de dar pena) escucho un chasquido bastante grande. Más elevado de los habituales que se producen cuando chocan los hielos por el balanceo del agua.

En ese momento, un incontable número de hielos comienzan a desplazarse hacia el mar. En cuestión de unos minutos, siete u ocho a lo sumo, la playa estaba plagada de hielos. Me fijo y en el otro lado igual. Así que me dije, venga, ahora es cuando acabamos de llegar a Jokulsarlon. ¡¡A aprovecharlo!!

El sol estaba asomando entre las nubes. No ha sido el amanecer soñado, pero no nos vayamos a quejar, que tal y como pintaba la cosa.....




10:00 AM. El hotel servía desayuno hasta las 10:30 así que después de más de tres horas en la playa, calados hasta los huesos y con un hambre atroz, decidimos ir a por él. Al llegar nos dirigimos directamente hacia el restaurante y comenzamos a hablar de lo que acabábamos de presenciar. Fue alucinante. A algún chino y a alguna china, le estarían sonando pero bien los oídos en ese momento.


Después del copioso desayuno, dimos una vuelta por la pequeña localidad de Hof. Visitamos el curioso cementerio que hay justo al lado del hotel, con una pequeña iglesia medio metida en la tierra con el techo de hierba y las "tumbas" a su alrededor. Curioso.


11:30 AM. Una de las experiencias que viví en Islandia hacía dos años y medio que más me sorprendió y gustó, fue el visitar una de las cuevas glaciares bajo Vatnajokull. Durante nuestra planificación, habíamos hablado de que "si sí o que si no". Al final fue no. Así que habíamos configurado en la ruta, que esa mañana-tarde la pasaríamos en Fjallsarlon, que es un lago parecido al de Jokulsarlon, pero que no tiene directamente salida al mar. Es mucho menos visitado.

Creo que acertamos de pleno. Antes de ir hacia allí, decidimos acercarnos hasta Svartifoss, las cascada rodeada de columnas hexagonales basálticas. No era la mejor hora, pero no íbamos a pasar tantas horas en Fjallsarlon. Así, además, aprovecharíamos a comer en una hamburguesería que hay cerca del desvío.


01:00 PM. Llegamos con la lengua fuera al pie de Svartifoss. Al final, entre el peso de los equipos, el calor que hacía (posiblemente más de 5 o 6 grados), nada de viento y vestidos como cebollas, se nos había hecho eterna la llegada allí. De nuevo, mucha gente y una luz pésima. Así que aprovechamos a sacar las típicas fotos. Eso sí, lo que no pude negarme (Rodrigo también lo hizo) era a probar ese agua fresquita directa del glaciar.



04:00 PM. El día estaba bastante ventoso y las nubes, que en su mayoría eran medias y bajas, iban desapareciendo conforme pasaba el día. Supuestamente, en la previsión que habías mirado, la de vedur.is, el día iba según lo previsto. Se preveía que habría un gran claro sobre esa zona al anochecer, aunque paulatinamente iría cubriéndose. Esperábamos pillar auroras esa noche ya que la previsión era de KP 3.

Nos dedicamos ha hacer una cuantas largas expos, nos desplazamos a lo largo de la orilla del lago e incluso, en plan expedición polar, decidimos ir hasta el propio glaciar. Fue una caminata marcada por el viento. Tardamos desde donde nos encontábamos hasta llegar a pie del glaciar como unos 45 minutos en ir y otros tantos en volver. Una vez allí, exploramos a ver si podíamos subir al glaciar. Había mucho barro, zonas inestables... Así que, por seguridad, decidimos no hacerlo. Aprovechamos para contemplarlo desde cerca, sacar fotillos allí. Turisteo, en definitiva.

Al volver, el viento iba a menos al igual que las nubes. ¡Esta va a ser nuestra noche! pensábamos. Quedaba todavía bastante para la puesta de sol, así que aprovechamos a descansar un poco allí mismo.


06:30 PM. El sol se ponía poco después de las siete de la tarde. Así que comenzamos a salir de nuestro letargo. El cielo estaba comenzando a pillar colorinchis guapos. Pero las nubes no terminaban de irse. Se habían apelotonado todas sobre el glaciar, al norte de donde nos encontrábamos. Mala cosa.

Como os decía, la puesta fue estupenda. Un espectáculo ver sobre el glaciar y sus hielos azules esos colores cálidos de atardecer. En ese aspecto, las nubes ayudaban.

Iba oscureciendo y la gran nube no terminaba de irse. Es más, comenzaba a "escaparse" del glaciar y cada vez ocupaba más cielo. Comenzamos a hacer las pertientes pruebas cada vez que en el cielo veíamos algún indicio de aurora. Negativo. Nada de nada y cada vez más nublado. El viento había vuelto a arreciar y el frío de la noche junto al glaciar comenzaba a hacer mella. Además, en ese momento, Fernando nos dio la puntilla. ¿Os acordáis que no hemos entrado por el camino bueno que lleva a Fjallsarlon? ¡¡Es verdad!! Habíamos entrado por un camino pedregoso, lleno de hielo y nieve que hay como unos doscientos metros antes del que indica Fjallsarlon. Pensamos que así, estaríamos más solos. En eso acertamos, pero evidentemente era de noche ya cerrada y había que conseguir llegar hasta la carretera. Literalmente "nos giñamos" y, de nuevo, no quisimos correr riesgos. Creo que hicimos bien.

Lo peor de todo es que, una vez en España y repasando las fotos, vimos que todos teníamos alguna foto con auroras. Nada aprovechable y nada reprochable en el sentido de habernos quedado más tiempo. No hubieramos conseguido nada. Cuando estábamos en el camino hacia la carretera, incluso había empezado a llover y así estuvo toda la noche. Una lástima.



10:30 PM. De nuevo en nuestro hotel, comentamos la jornada. No había estado nada mal. Lo malo, lo que había comenzado a ser una tónica. Al llegar la noche, se estropeaba y nos dejaba sin uno de los reclamos islandeses, las auroras. Era el momento en el que pensabas por qué no habíamos pasado la noche entera del Kirkjufell sacando fotos. Nunca sabremos si habrían aparecido más auroras y, hay que decirlo, estábamos agotados y nos esperaba desplazamiento largo. Ahora es fácil decir que no.

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